EL PERIODO DE ADAPTACIÓN EN LA ESCUELA INFANTIL. Mercedes Conde Martí.
RESUMEN.
¿Por qué damos importancia al período de adaptación?
Porque supone un importante cambio pues todo se va modificar sustancialmente al producirse sustanciosos cambios, a nivel externo y de relación, ya que va ver ampliado el mundo con que se relaciona: objetos, adultos e iguales.
Este cambio es la dificultad principal y el conflicto básico es la separación mutua, niño- familia, y la forma de resolverlo será transcendente en el proceso socializador y de aprendizaje posterior. Por ello se considera muy importante tener especial cuidado en este periodo.
Al ser poco conocidos los cambios que el niño experimenta suelen ser mal interpretados buscando explicaciones dispares, iniciando con ello un proceso de incomunicación entre la familia y el niño que dificultará las relaciones futuras.
Hacia una definición del período de adaptación.
Se considera el de periodo de adaptación como el camino o proceso mediante el cual el niño va elaborando desde un punto de vista sentimental la pérdida y ganancia de la separación de los padres hasta llegar ella de forma voluntaria. Es de gran importancia respetar los ritmos personales pues la aceleración del entorno por adaptarse únicamente es una dificultad añadida a esta.
El proceso de adaptación es algo que el niño tiene queque elaborar y conquistar, pues no consiste en evitarle el conflicto sino ayudarle en el proceso de superación de este periodo. La parte central del periodo adaptación está relacionado con los sentimientos, el mundo interno; por lo que hay que distinguir adaptación de resignación del niño. Esto no es solo una separación física, sino que al no tener adquirida la noción de intervalo, el niño se encuentra a solas con sus posibilidades y también con la futura satisfacción y seguridad de descubrirlas pero para ello necesita una gran comprensión y ayuda del su entorno adulto. Por ello lo que caracteriza el periodo de adaptación y es núcleo del conflicto es la ambivalencia de vivencias en continua progresión y regresión.
¿Quién se adapta?
En la separación niño- familia tiene que adaptarse el niño y la familia y dependiendo como vivan la separación estos últimos, vivirá el niño la suya, pues todo es transmitido y captado por los pequeños. Aunque el niño no es una simple respuesta mecánica a las actitudes pues él tiene sus propios sentimientos, si estos coinciden con los de los padres puede que se origine un estancamiento en su evolución de adaptación. Esto puede transmitirse a través de un lenguaje no verbal, con la actitud, que contradice lo que se dice con las palabras para “engañar” al niño y lo que hay que hacer es afrontar y resolver la situación.
Frente a la situación de separación es lógico y humano que existan sentimientos de pena, pues el problema sería que estos no existieran, sino que estos nunca pueden sobrepasar la confianza de los pequeños.
Para ayudar a esta separación es muy importante los contactos previos de familia- educadora – Institución, pues con ello se logra dos confianzas: no hay razón para desconfiar y la seguridad de aquello que se conoce, siendo esta última la que se tiene que conseguir. Pero también educadores e institución se adaptan, pues dependiendo de la adaptación de ambos a los ritmos del niño van a permitir una adaptación gradual, progresiva y fluida.
Criterios para valorar la terminación de este proceso.
Si se toma como cierto: llora- inadaptado y no llora- adaptado, nos puede llevar a error pues se puede confundir la adaptación con la resignación, que tienen inhibiciones emocionales, pudiendo pasar desapercibidos el resto de curso. Dependiendo de la edad la inadaptación se puede manifestar de diversas formas, entre los de edad infantil puede ser tipo somático: alteraciones del sueño, trastornos alimenticios, fiebre, etc. Por ello el educador debe estar cerca del niño, conociendo lo que ocurre cuando sale del centro y estar en todo momento alerta de progresos, retrocesos y necesidades de cada uno, exigiendo una intervención permanente.
Consideramos como terminado el proceso cuando el niño se siente lo suficientemente seguro para mostrar su mundo emocional: aunque siente malestar este no le impide recibir y aportar afecto. Cuando sucede también ocurre que tiene mayor independencia de su educadora, incorpora los objetos de la clase, utiliza todos los espacios y está integrado en el grupo.
Para los que tienen dificultades habría que averiguar si la etiología es consecuencia de la adaptación del centro o su origen es anterior, pudiendo haber acentuado dichas acciones.
COMENTARIO.
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo anterior del periodo de adaptación. Si hay algo especialmente importante y que resaltar, es respetar los ritmos de los niños. Opino esto porque el periodo de adaptación es una etapa inicial de la escuela bastante criticada por los padres, ya que ellos trabajan y no tienen el tiempo para acompañar a sus hijos en este importante periodo. A menudo entran las prisas para que el niño se adapte rápido y deje de llorar (algunos de hecho buscan como único fin el que deje de llorar) y piensan que si están más tiempo en la escuela se acostumbraran antes y dejaran de llorar antes. Otros están molestos porque dura demasiados días y que los niños tenían que empezar el colegio y ya está. En una ocasión escuché a un papá decir: “Yo empiezo a trabajar en septiembre de una vez, no empiezo poco a poco” ¿de verdad se puede comparar una persona adulta con un niño pequeño? Obviamente pienso que no, pues los estados de desarrollo de adulto y niño son totalmente diferentes e imposible de comparar. En realidad creo que los padres, por lo general, desconocen lo importante que es el periodo de adaptación para una adecuada incursión en la escuela y en una “sociedad” diferente a la conocida hasta ahora, la familia.
También creo que habría que explicar o recordar más a menudo, a las educadoras y profesoras esta vez, que no porque el niño deje de llorar significa que está adaptado pues hay muchas maneras de expresar que no se ha adaptado, las más comunes después del llanto las alteraciones del sueño y la comida. E incluso pueden comenzar pasados unas semanas cuando al principio parecía que todo iba bien.
Una de las cosas más importantes para una buena adaptación es que los padres lo vivan de una forma natural y bonita. Sin agobios por parte de ellos, pues aunque es normal que estén inquietos ante esta nueva situación, sobre todo si es el primero, tienen que vivirlo de una forma lo cotidiana posible. ¿Por qué? Pues los porque los niños son muy receptivos y se van a fijar en ese modelo que tienen más cercano para afrontar esta nueva situación, y si ellos están intranquilos cómo van estar ellos que desconocen todo ese mundo que se encuentra fuera de casa y la familia. Y si hay que estar seguros con el centro donde va ir, también hay que estar seguros y confiados con la profesora que se va aquedar pues de lo contrario también levantaría inquietud en el “peque”. Y otra cosa que considero importante y que muchos padres lo hacen, es no mentir a los pequeños. Creo que hay que decirles las verdad: “ Papá/mamá se van a trabajar y cuando terminen vienen a buscarte, mientras quédate pintando o jugando” en lugar de decirles que se van a quedar un poquito y enseguida vienen a buscarle pues lo único que se consigue es que los niños esperen junto a la puerta la llegada de sus padres de un momento a otro y que se pongan aún más nerviosos si se tiene que abandonar el aula para realizar cualquier otra actividad.
Lo mismo que los padres, las profesoras tienen que tener paciencia en este periodo y tener mucha calma, pues los llantos, rabietas en ocasiones pueden ponerlas nerviosas y hacer que actúen de forma más nerviosa, transmitiendo a su vez ese nerviosismo y en lugar de calmar a los pequeños activarlos aún más. Respetar el ritmo de cada uno y no pretender que todos vayan a la vez sobre todo en esta primera etapa y en estos primeros días, cada niño es único e individual y hay que esperar que sea él el que quiera explorar el aula y los materiales, así como acercarse a los demás niños y a las profesoras, si bien se le pueden ofrecer propuestas de juego y ofrecerle la presencia de la profesora y ayuda para explorar los espacios del aula y del centro.
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